29 DE AGOSTO
DÍA NACIONAL DEL ÁRBOL
El seibo
Yo tengo mis recuerdos asidos a tus hojas,
El seibo
Yo tengo mis recuerdos asidos a tus hojas,
yo te amo
como se ama la sombra del hogar,
risueño
compañero del alba de mi vida,
seíbo
esplendoroso del regio Paraná.
Las horas
del estío pasadas a tu sombra,
pendiente
de tus brazos mi hamaca guaraní,
eternas
vibraciones dejaron en mi pecho,
tesoro de
armonías que llevo al porvenir.
Y muchas
veces, muchas, mi frente enardecida,
tostada por
el rayo del sol meridional,
brumosa con
la niebla de luz del pensamiento,
buscó bajo
tu copa frescura y soledad.
Allí, bajo
las ramas nerviosas y apartadas,
teniendo
por doseles tus flores de carmín,
también su
hogar aéreo suspenden los boyeros,
columpio
predilecto del céfiro feliz.
Se arrojan
en tus brazos, pidiéndoles apoyo,
mil suertes
de lanas de múltiple color;
y abriendo
victorioso tus flores carmesíes,
guirnalda
de las islas, coronas su mansión.
Recuerdo
aquellas ondas azules y risueñas
que en
torno repetían las glorias de tu sien,
y aquellas
que el pampero, sonoras y tendidas,
lanzaba
cual un manto de espumas a tu pie.
Evoco
aquellas tardes doradas y tranquilas,
cargadas de
perfumes, de cantos y de amor,
en que los
vagos sueños que duermen en el alma
despiertan
en las notas de blanda vibración.
Entonces
los rumores que viven en tus hojas,
confunden
con las olas su música fugaz,
y se oyen
de las aves los vuelos y los roces,
vagando
entre las cintas del verde totoral.
¡Momentos
deliciosos de olvido, de esperanza!
¡Destellos
que iluminan la hermosa juventud!
¡Aquí es
donde se sueña la virgen prometida
y es lumbre
de sus ojos la ráfaga de luz!
Amigo de la
infancia, te pido de rodillas
que el día
en que a mi amada la sirvas de dosel,
me des una
flor tuya, la flor mejor abierta,
para ceñir
con ella la nieve de su sien.
¡Que nunca
Dios me niegue tu sombra bienhechora,
seíbo de
mis islas, señor del Paraná!
¡Que pueda
con mis versos dejar contigo el alma
viviendo de
tu vida, gozando de tu paz!
¡Ah!
¡Cuando nada reste de tu cantor y seas
su solo
monumento, su pompa funeral,
yo sé que
en la corteza de tu musgoso tronco
alguna mano amiga mi nombre ha de grabar.
alguna mano amiga mi nombre ha de grabar.
Rafael Obligado.
A un roble tarde florecido
que seco ayer a todos parecía,
hijo del páramo y de la sequía,
próxima víctima del leñador,
que era como una niña sin amor
que en su esterilidad se consumía,
con la lluvia de anoche -¡oh, qué alegría!-
ha amanecido esta mañana en flor.
Yo me he quedado un poco sorprendido
al contemplar en el roble florecido
tanta ternura de la primavera,
que roba en los jardines de la aurora,
esas flores de nácar con que enflora
los brazos muertos del que nada espera.
José Coronel Urtecho.