lunes, 21 de marzo de 2022

 DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA

21 DE MARZO

  Desde 1999, todos los 21 de marzo se celebra el "Día Mundial de la Poesía", decisión que fue aprobada por la UNESCO durante su trigésimo periodo de sesiones. Tras esta decisión, la celebración se llevó a cabo por primera vez en la ciudad de París.

  El objetivo es honrar a los poetas, revivir tradiciones orales de recitales de poesía, promover la lectura, la escritura y la enseñanza de la poesía, fomentar la convergencia entre la poesía y otras artes como el teatro, la danza, la música y la pintura, y aumentar la visibilidad de poesía en los medios.


JORGE LUIS BORGES

  Borges nació en una típica casa porteña de fines del siglo XIX, con patio y aljibe, dos elementos que se repetirán en sus poesías. Su casa natal estaba situada en la calle Tucumán, pero su infancia transcurrió un poco más al norte.

  La relación de Borges con la literatura comenzó a muy temprana edad, siendo que a los cuatro años ya sabía leer y escribir. Debido a que en su casa se hablaba tanto español como inglés, Borges creció como bilingüe. El inicio de su educación formal a los 9 años y en una escuela pública fue una experiencia traumática para Borges.

 En 1914, el padre de Borges tuvo que dejar su profesión, se vio obligado a jubilarse de profesor debido a la misma ceguera progresiva y hereditaria que décadas más tarde afectaría también a su hijo. En 1923, publicó su primer libro de poemas, 'Fervor de Buenos Aires'.

 Su obra fue traducida a más de veinticinco idiomas y llevada al cine y a la televisión. En 1986, al conocerse enfermo de cáncer, fijó su residencia en Ginebra donde falleció el 14 de junio.

EL ENAMORADO

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,

lámparas y la línea de Durero,

las nueve cifras y el cambiante cero,

debo fingir que existen esas cosas.

 

Debo fingir que en el pasado fueron

Persépolis y Roma y que una arena

sutil midió la suerte de la almena

que los siglos de hierro deshicieron.

 

Debo fingir las armas y la pira

de la epopeya y los pesados mares

que roen de la tierra los pilares.

 

Debo fingir que hay otros. Es mentira.

Sólo tú eres. Tú, mi desventura

y mi ventura, inagotable y pura.

 

 AJEDREZ

I

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

 II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?

 

 SILVINA OCAMPO

Silvina Inocencia Ocampo (Buenos Aires, 28 de julio de 1903-14 de diciembre de 1993) fue una escritora, cuentista y poeta argentina. Su primer libro fue Viaje olvidado (1937) y el último Las repeticiones, publicado póstumamente en 2006. Antes de consolidarse como escritora, Ocampo fue artista plástica. Estudió pintura y dibujo en París donde conoció, en 1920, a Fernand Léger y Giorgio De Chirico, precursores del surrealismo.​


Se la considera una de las escritoras más importantes de la literatura argentina del siglo XX. Recibió el Premio Municipal de Literatura en 1954, el Premio Nacional de Poesía en 1962, el Gran Premio de Honor de la SADE en 1992 y el Premio Konex en 1984.

 

AL RENCOR

No vengas, te conjuro, con tus piedras;
con tu vetusto horror con tu consejo;
con tu escudo brillante con tu espejo;
con tu verdor insólito de hiedras.

En aquel árbol la torcaza es mía;
no cubras con tus gritos su canción;
me conmueve, me llega al corazón,
repudia el mármol de tu mano fría.

Te reconozco siempre. No, no vengas.
Prometí no mirar tu aviesa cara
cada vez que lloré sola en tu avara
desolación. Y si de mí te vengas,

que épica sea al menos tu venganza
y no cobarde, oscura, impenitente,
agazapada en cada sombra ausente,
fingiendo que jamás hiere tu lanza.

Entre rosas, jazmines que envenenas,
¿por qué no te ultimé yo en mi otra vida?
Haz brotar sangre al menos de mi herida,
que estoy cansada de morir apenas.

Catalina Maffini, Francesca Passaro, Emilia Mc Cormack, Lucía Montaño

Victoria Greppi y Pilar Ochagavía.